El gran Yakko

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Flor Cervantes y Yakko, Zacatecas, 2024

¿Las mascotas pueden ayudarnos a superar un duelo?, ¿un perro puede sustituir la compañía de un hermano que desapareció? 

Mi lugar predilecto para cerrear es Zacatecas, porque con tan sólo salir a la calle los caminos se abren como múltiples posibilidades. Se puede subir un cerro distinto cada día de la semana y disfrutar de los microclimas que ofrece el monte. A nuestras caminatas poco a poco se fue uniendo Ulises y su perro Yakko. 

Ulises se convirtió en uno de mis grandes amigos después de la desaparición de su hermano en 2010. De ese hermano hablo en Nunca más su nombre. En cada viaje a Zacatecas le llamaba por teléfono para vernos y salir a las 6 de la mañana los días que solemos estar en la ciudad. Al inicio de nuestras caminatas, lo llevé a lugares nuevos para él. Con el tiempo, él me llevó a senderos nuevos para mí.

Después de la desaparición de Paco, la vida de Ulises cambió: se desestabilizó su empleo, la salud de su mamá se agravó, perdió su matrimonio. Desde agosto de 2010 vive con la incertidumbre de dónde pueden estar, mínimo, los restos de su hermano. 

Desde la llegada de Yakko, un perro blanco, cruza de pastor alemán con husky, la vida de Ulises recobró sentido. A todas partes andaban juntos. Y, lo mejor, el cachorro empezó a encariñarse de nosotros porque, al vernos, sabía que habría caminata.

A veces es lo que parece

Con Yakko y Ulises creamos un vínculo de tribu, por las tantas veces que subimos a La Bufa, al Cerro Las Antenas, al Parque Ecoturístico y a La Sierpe. Yakko se aprendió muy bien los caminos y siempre abría brecha, incluso solía alertarnos, a sus maneras, cuando elegíamos un sendero equivocado, y sacarnos por el camino correcto. Me recordaba tanto Paco no sólo por el nombre, sino porque de adolescentes, cuando salíamos con él, solía ser igual de protector.

Incluso en una ocasión le pregunté a mi amigo si había puesto ese nombre a su perro por la cercanía de sonidos con el de su hermano. Pero me respondió que el nombre se lo habían puesto sus hijas.

Sobre la tierra: el impacto del terricidio

A través de estas caminatas, desarrollé una mayor conciencia sobre temas de la literatura mexicana sobre la tierra, como el terricidio y la relación del ser humano con su entorno. Cada paso en los cerros zacatecanos nos conectaba más con la naturaleza, y Yakko, con su energía y lealtad, se convirtió en un guía incansable, abriendo caminos y cuidando de nosotros como si entendiera las dinámicas humanas.

Flor encontró en él una química única, solían adelantarse juntos kilómetros en el monte y la mascota volvía para avisarnos que todo estaba bien. Al cachorro le encantaba posar para las fotos o sacarse selfies con ella. Era un perro libre, siempre cortando el viento con la nariz y el hocico. Podría decir que uno de mis grandes pretextos para ir a Zacatecas era verlo y caminar a su lado. 

Otra desaparición, una nueva búsqueda

Un día Yakko salió de su casa por la noche para hacer sus necesidades en un parque cercano. Ulises solía abrirle la puerta, el perro volvía a los pocos minutos. En esa ocasión no volvió. Mi amigo lo buscó en toda la colonia durante la madrugada, al otro día preguntó a vecinos y conocidos, al segundo día revisó los videos en la caseta del fraccionamiento y averiguó que en el grupo de colonos ya alguien se había quejado de la mascota y había amenazado con tomar cartas en el asunto. 

Ulises prefirió pegar carteles en otras colonias con la ayuda de sus hijas. Y no pudo dejar de recordar los años en los que buscaba a su hermano.

Más tarde, esos letreros cumplieron su tarea. 

Una mañana Ulises me llamó para decirme que le habían enviado una foto por WhatsApp. “Joel, fueron sus palabras, “¿crees que sea mi perro?”. Al abrirla, sentí parecido al día en que Ulises me llamó para decirme que Paco había desaparecido. 

La primera narrativa que construyó nuestro enojo fue que lo habían atropellado. 

Pero la persona que envió la foto a Ulises le contó que Yakko llegó caminando hacía tres días, por la mañana, se tiró al suelo del pasillo y ya no se levantó. Había un hilo de sangre desde el cuerpo de la mascota hasta la calle. 

Después entendí que el gran perro que caminó con nosotros cientos de kilómetros había sido envenenado. Los síntomas letales del veneno le evitaron regresar a su casa. ¿Yakko lo comió por accidente? ¿o algún vecino enojado lo envenenó?

Un nuevo duelo

Ese mismo día Ulises quiso ir por el cuerpo. Pero la persona le dijo que debía esperar. Quien le ayudaba con la limpieza había enterrado a Yakko en algún lugar y ella no sabía dónde.

Al otro día, después de que Ulises y sus hijas fueron a desenterrar su cuerpo, mi amigo me llamó para decirme: no sabes el gran dolor que siento que ya no esté conmigo, era un niño, no se metía con nadie. A veces creo que ese perro me lo mandó Paco: el haber quitado las rocas de su cuerpo y haberlo llevado al incinerador de la veterinaria, me hizo perdonarme por no haber encontrado el cuerpo de mi hermano y haberle dado sepultura. 

Un perro. El mejor compañero que uno puede tener para comprender la naturaleza y disfrutar del hecho de estar vivos. Descanse en paz el gran Yakko. Los cerros zacatecanos ya no van a ser los mismos sin su presencia.

SOBRE EL AUTOR
Joel Flores

Joel Flores escribe historias que destacan por su profunda conexión con la realidad mexicana. Leer más ➡

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Joel y Kami descansando