Grandes desiciones
El final de un año siempre nos invita a mirar atrás y a descubrir las semillas de lo que hemos construido para el futuro. Este 2024, para mí, ha sido un año de decisiones importantes y transformadoras. Sin tener muchas certezas, decidí escuchar los golpecitos del corazón y seguir el instinto. De estas decisiones, una de las mejores fue abrir mi página web, regresar al escritorio a escribir y dedicar tiempo a escuchar con atención (gracias a la generosidad de Germán Duque) las historias de personas que me compartieron por qué fueron obligados a dejar sus países de origen.
Estas historias me enseñaron algo importante: la fuerza del ser humano para sobrevivir, para encarar un futuro incierto, aprender un idioma nuevo y encontrar trabajo, a pesar de las dificultades. También este año aprendí a editar y maquetar libros, a grabar y a editar sonidos, y comencé a prepararme para todo lo que viene. Si lo vemos como una alegoría: ellos me enseñaron que también puedo aprender nuevas maneras de contar historias.
En casa, decidimos reeditar Rojo semidesierto. Tenía desde 2019 que no presentaba uno de mis libros y más de 11 años que no llevaba mi literatura al lugar donde nací. La presentación en noviembre fue un hito: me volví a vincular con mis raíces, con lectores que han seguido mi trabajo a lo largo de los años y con nuevas amistades que abrieron puertas.
Mi página web ha sido una ventana abierta al lugar donde escribo. Este espacio me ha permitido compartir artículos y pronto será hogar de reportajes y crónicas sobre los temas que siempre me han preocupado. Gracias a este espacio digital, he reencontrado a viejos amigos lectores y he conocido nuevos, ampliando la comunidad que acompaña mi camino literario.

Gracias
Cierro este ciclo con un profundo agradecimiento. A las personas que compartieron sus historias, a quienes me han acompañado en este viaje literario y a las nuevas oportunidades que este año trajo consigo. Miro hacia 2025 con entusiasmo, confío en que traerá nuevos proyectos y momentos para compartir.
Hace unos días llegó a casa el equipo necesario para comenzar un canal de podcast. No puedo esperar a sacarlo de su caja, instalarlo en mi mesa de trabajo y explorar esta nueva etapa sonora. Las historias que contaré en este canal buscan ser un agradecimiento a las personas que han confiado en mí con sus historias de vida.
Mientras despedimos este año, en casa mantenemos una costumbre: agradecer a los demás lo que el mundo nos ha regalado. Y en ese camino, quiero compartir una lista de pequeñas acciones generosas que podrían ayudarnos a convertirnos en mejores seres humanos, en lo que podríamos llamar “la sal de la tierra”.
Pequeñas acciones para cerrar el año con gratitud
- Escribe a alguien que quieres: dedica unas palabras sinceras a las personas que marcaron tu año. Una carta escrita a mano o un mensaje personal pueden generar un impacto profundo y duradero.
- Recupera esa amistad que creías perdida: llama a alguien con quien has perdido contacto. Revivir una conversación puede ser el cierre perfecto para un año lleno de cambios.
- Haz una cita: acompaña a un ser querido a una cita, visítalo sin prisa o simplemente escucha. A veces, tu presencia es el mejor regalo.
- Comparte lo que te ha dado vida: dona ropa, juguetes, alimentos o apoya una causa local.
- Celebra por el placer de estar viva o vivo: organiza una comida o cena especial con amigos o familiares. No necesitas grandes lujos, solo el calor de una buena charla.
- Libera el peso: perdona a alguien o perdónate a ti mismo. El perdón libera y abre espacio para avanzar.
- Alimenta la bondad sin nombre: paga un café para alguien, deja una nota motivadora en un lugar público o ayuda sin esperar reconocimiento.
- Celebra a quienes amas: hazles saber cuánto los valoramos. Hoy, en un cierre de ciclo, es bueno mostrar amor a las personas que han caminado junto a ti.
- Comparte historias: regala un libro significativo. Un libro siempre es un puente hacia la conexión y el diálogo.
- Amor primero a ti y después a los otros: ámate con el mismo cariño que ofreces a los demás. Un corazón sano florece más cuando comparte su cariño.

Siempre hacia adelante
Mi deseo para el próximo año es simple y va dirigido a las personas que han sufrido desplazamiento forzado: que sus pasos no se detengan, que avancen de manera natural, sin prisas ni demoras. Les deseo que descansen en estas fiestas decembrinas, paz y amor tras la tormenta de haber dejado un hogar mientras construyen otro. Y que sus miedos, al menos en estas fechas, se conviertan en esperanza.
Adiós 2024. Bienvenido, 2025.